Cómo influye el ego en el amor y en la salud emocional | Gabriel Rolón

¿Cómo influye el ego en las relaciones amorosas?
En esta profunda reflexión, Gabriel Rolón nos invita a repensar lo que entendemos por “ego” y cómo este concepto, mal entendido, puede alejarnos o acercarnos al amor real.


¿El ego es el enemigo del amor?

“No nacemos con un carácter: lo construimos con las palabras que nos dijeron.”

Rolón prefiere hablar de yo en lugar de ego. Explica que el ego no es algo negativo por sí mismo, sino una construcción personal formada por nuestras experiencias, palabras recibidas y vivencias. Tener un “yo fuerte” no es malo: es esencial para amar sin perderse.


El amor propio es un requisito

“Te ama alguien que se ama. Esa es la forma más sana del amor.”

Cuando alguien no tiene respeto ni amor propio, el vínculo suele volverse asimétrico: hay uno que ama y otro que simplemente se deja amar. Según Rolón, esta dinámica no es sana ni sostenible.


El amor también es cantidad

El amor no es infinito. Tiene límites, se desgasta, se reparte.

“Si te doy todo y no me reservo nada, no puedo decir: ‘Hoy elijo yo.’”

El equilibrio entre amor propio y amor por el otro es esencial para no perder nuestra voz en la relación.


Salud mental: entre el amor y el trabajo

“Cuando una persona es feliz con quien está y con lo que hace, está sana.”

Rolón recuerda la enseñanza de Freud: el bienestar emocional se apoya en dos pilares —amor y trabajo.
Desde la historia de su propio padre —que recorría una avenida entera buscando empleo— hasta el sostén emocional que encontraba en su madre, Rolón ilustra cómo el afecto puede ser un ancla en tiempos de crisis.


Reflexión final de Gabriel Rolón

Gabriel Rolón nos recuerda que el ego, entendido como ese “yo” que vamos construyendo a lo largo de la vida, no es un enemigo del amor, sino su cimiento. Desde su mirada clínica y sensible, nos invita a dejar de demonizar el ego y empezar a entenderlo como una herramienta vital: quien tiene un yo firme no se pierde en el otro, no se diluye en la relación, y por eso puede amar con madurez. El amor sano, para Rolón, se sostiene en la reciprocidad y el respeto por uno mismo. Nadie puede dar lo que no tiene; si no hay amor propio, el amor hacia el otro se vuelve carencia, necesidad o sometimiento.

También insiste en que el amor tiene cantidad, límites. No todo se puede dar ni todo se debe aguantar. En las relaciones amorosas, aprender a decir “yo elijo hoy” es un acto de salud, no de egoísmo. Rolón vuelve así a Freud: amar y trabajar son los dos pilares de una vida emocionalmente sana. Y en ambos casos, el yo necesita estar presente para poder sostener lo que se ama y lo que se construye.

Mi reflexión final

Yo, en cambio, siento que todavía me cuesta no ver al ego como un obstáculo. Quizá porque lo he visto operar como un muro, como esa voz que grita “yo primero” incluso cuando el otro está pidiendo ayuda. Sin embargo, escuchar a Rolón me ayuda a matizar esa visión. Me doy cuenta de que lo que critico como “ego” muchas veces es un yo herido, mal formado, que no aprendió a cuidarse y entonces se defiende con dureza o se somete en silencio.

Entiendo ahora que un yo fuerte no es arrogancia, sino claridad. Que poder decir “yo elijo” no es desamor, sino presencia. Lo que me llevo de esta reflexión es la necesidad de equilibrar: amar sin perderme, cuidarme sin dejar de ofrecerme. Porque sí, el amor propio no es una barrera; es la raíz desde donde el amor hacia el otro puede florecer de verdad.


💬 Mira el video completo para comprender por qué amarte a ti mismo no es egoísmo, sino el primer paso para amar mejor a los demás.

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