Amor y violencia en la pareja: cuando duele, no es amor | Nilda Chiaraviglio

A veces el amor parece tan profundo, tan creativo, tan único… que cuesta aceptar cuando se transforma en oscuridad. Pero cuando esa oscuridad toma la forma de golpes, insultos, miedo y enfermedad, hay que decirlo con claridad: el amor no duele, el amor no destruye.

En este video, Nilda Chiaraviglio nos habla de un caso desgarrador que ilustra lo complejo y lo peligroso de las relaciones donde la violencia se mezcla con el afecto. Una historia real, una historia que refleja muchas otras.


El amor violento: una contradicción que muchas soportan

Una joven artista, profundamente enamorada, convivía con un hombre también creativo, generoso y apasionado… pero violento. En sus palabras:

“Cuando lloro, él se pone más violento. Y yo me paralizo.”

Durante tres años vivió una relación donde lo luminoso convivía con lo destructivo. Él golpeaba y luego pedía perdón. Ella aceptaba porque sentía que, detrás de todo, había amor. Pero, como dice Nilda, el miedo es incompatible con la intimidad.


¿Por qué alguien se queda?

Porque muchas veces la violencia viene envuelta en el recuerdo del amor paternal. Porque si una vez aprendiste que los golpes vienen acompañados de abrazos, puedes terminar creyendo que es normal.

“Soportar la violencia me da amor como recompensa.”
Es lo que dijo esta mujer, y es lo que muchas personas viven sin saberlo: una programación emocional basada en heridas de la infancia.


La enfermedad como alarma del cuerpo

Con el tiempo, su cuerpo empezó a enfermar. Una enfermedad autoinmune, cirugías, dolor constante. Mientras más vulnerable estaba, más fácilmente él estallaba.

Ahí fue cuando todo cambió. Nilda le propuso una salida radical:
Alejarse. Cuidarse. Sanarse. Volver a ella misma.
Y solo si él aceptaba tratarse profesionalmente, mantener un vínculo a distancia donde la violencia no tuviera espacio.


¿Separarse o transformar?

A veces la solución es clara: salir de esa relación. Pero en este caso, Nilda sugiere una alternativa matizada. Porque cuando hay luz y sombra, pero la luz es real y el otro está dispuesto a cambiar, hay espacio para intentar una reconstrucción… siempre desde la dignidad.


Reflexión final de Nilda Chiaraviglio

Para Nilda Chiaraviglio, el corazón del problema está en la confusión entre amor y violencia, una mezcla trágica que muchas personas normalizan por heridas emocionales tempranas. Su mirada es compasiva pero firme: el miedo y el amor no coexisten. Y si hay enfermedad, angustia y humillación, eso no es amor, aunque venga disfrazado de caricias o promesas de cambio.

Nilda no plantea respuestas fáciles. Su propuesta no siempre es cortar de raíz, sino evaluar si hay una verdadera voluntad de cambio, con condiciones claras, distancia y ayuda profesional. Ella cree que algunas relaciones pueden transformarse, pero solo si hay compromiso con la sanación, tanto del agresor como de quien fue herido.

Lo más importante, para Nilda, es recuperar la dignidad. No se trata solo de sobrevivir, sino de volver a habitarse con ternura, con fuerza, con autonomía. Ella no juzga: acompaña. No exige: propone. Porque sabe que salir del ciclo de la violencia es un acto de valentía, pero también de profundo amor propio.

Mi reflexión final

Lo que más me impactó de este relato fue esa frase: “Soportar la violencia me da amor como recompensa.” Me hizo pensar cuántas veces se puede vivir atrapado en un patrón invisible, creyendo que el amor implica aguantar, ceder, enfermarse incluso. Lo vi reflejado en historias cercanas, en mujeres brillantes que pierden la luz poco a poco sin darse cuenta.

Yo, a diferencia de Nilda, siento menos margen para el matiz. Quizás porque no soy terapeuta, sino testigo de muchas historias rotas. Me cuesta imaginar una reconstrucción posible cuando ha habido miedo, golpes o control. Siento que el amor verdadero no debería necesitar segundas oportunidades para no dañar.

Pero al mismo tiempo, admiro profundamente la esperanza que Nilda deja entrever. Su capacidad de ver la luz aún en medio de la sombra. Me hace pensar que, en algunos casos, con límites firmes y ayuda real, tal vez sea posible construir algo distinto. Tal vez.

Lo que sí tengo claro es que el primer paso siempre debe ser protegerse. Salir. Respirar. Volver a ti. Nadie merece amar con miedo. Nadie debería enfermar por amar. Y si estás leyendo esto con el corazón apretado, tal vez sea hora de elegirte.


🎥 Te recomiendo ver el video completo con Nilda Chiaraviglio. Te puede ayudar a entender dinámicas complejas desde una mirada humana, empática y profesional.
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